miércoles, 4 de febrero de 2015

Lo que nuestros hijos deben aprender de un millonario sin escrúpulos



" ¡Vaya! Pues yo no quiero que mis hijos aprendan nada de un tipo así, prefiero darles otra clase de valores ", estarán pensando muchos de los que hayan llegado hasta aquí. Pues bien, yo creo que siempre se puede aprender algo de cualquier persona. Un millonario sin escrúpulos puede enseñar nuestros hijos conceptos esenciales en su vida, si se elige bien de entre todo su discurso.

Para el que siga leyendo, quizás llevado únicamente por la curiosidad, le voy a presentar a Robert Kiyosaki. Se trata, efectivamente,  de un multimillonario, que se ha hecho a sí mismo, mediante prácticas que muchos calificarían de deshonestas. Y además,  no tiene ningún problema en decirlo él mismo, y describirlo ampliamente en sus libros, muchos de ellos best-sellers internacionales (quizás el más conocido es "Padre Rico, Padre Pobre").

Robert se ha convertido en rico haciendo cosas como crear corporaciones fantasma para evitar el pago de impuestos; especular con la compra-venta de acciones de empresas pequeñas en fase de creación; aprovecharse en la compra de bienes raíces tras el estallido de una burbuja inmobiliaria gracias a su gran capacidad de efectivo; etc.  Y no sólo eso, sino que describe alegremente cada una de estas acciones en sus libros, con toda la naturalidad del mundo.

Y sin embargo, insisto en que este personaje puede ofrecer enseñanzas básicas,  incluso diría que fundamentales, a nuestros hijos.

La primera de esas enseñanzas es saber diferenciar entre un Activo y un Pasivo.
Robert explica muy bien, en su libro antes citado, el proceso de enseñanza para que nuestros hijos (y nosotros, ya de paso) nunca más confundamos un activo con un pasivo. ¿y por qué es tan importante eso? Porque ese conocimiento fundamental puede guiarnos a la hora de tomar las grandes decisiones económicas de nuestra vidas, que todos, incluidos nuestros hijos, deberemos tomar en algún momento. Tomar la decisión correcta en esos momentos puede suponer una gran diferencia en el desarrollo de la futura vida de nuestros hijos, puesto que las grandes decisiones económicas de nuestra vida no suelen tener fácil vuelta atrás.
Como Robert bien dice, buscar en el diccionario la definición de activo o pasivo no nos va a ayudar en absolutamente nada, sino todo lo contrario, sólo servirá para confundirnos irremediablemente.  Si tenemos que explicárselo a nuestros hijos, debemos entenderlo como lo entenderían ellos, de una manera muy sencilla.

Simple, y llanamente:

- Un ACTIVO es algo que mete dinero en tu bolsillo.

-Un PASIVO es algo que saca dinero de tu bolsillo.

Todos los que sepan algo de economía seguramente se escandalizarán de la definición,  pero es completamente válida para la inmensa mayoría de la gente.
Podemos pensar, para ir practicando, ejemplos de uno y otro, tal y como lo harían nuestros hijos. Y cuando se lo expliquemos,  les pediremos que ellos mismos piensen los ejemplos, y les dejaremos tiempo para "digerir" el concepto. Discutiremos con ellos los ejemplos que han pensado, y les pondremos otros.

Una vez realizado este paso, pasaremos a otros dos conceptos fundamentales de la economía personal, que todo el mundo debería conocer, y sin embargo son muy pocos los que conocen: el balance de situación,  y la cuenta de resultados.
Para simplificar al máximo,  y no alargarme, aconsejo o bien la lectura del propio libro  de Kiyosaki, o bien pasarse por mi anterior post "Explicale a tus hijos la crisis, para que no repitan tus errores".
En él se explica brevemente el concepto fundamental que deben aprender nuestros hijos: la diferencia en el comportamiento económico (en cuestión de flujo de caja, o dicho de otro modo en cómo afrontar los gastos mensuales) entre una persona rica, y una pobre. El bueno de Robert hace esa distinción,  un poco burda, entre rico y pobre, y puede que volvamos a pensar que no queremos inculcar en nuestros hijos los comportamientos de las personas ricas, sino todo lo contrario (altruismo en vez de egoismo, conciencia sobre la pobreza en vez de búsqueda de la riqueza, etc).  Pero en realidad una "persona rica" en este sentido es simplemente una persona que toma las decisiones correctas, y sale ganando. Y una "persona pobre" es  la que se equivoca, y sale perdiendo. Puede que nosotros no tengamos como objetivo que nuestros hijos sean ricos, pero como padres indudablemente lo que NO queremos es que se conviertan en pobres.

La otra enseñanza importante que puede ofrecer este multimillonario sin escrúpulos es dirigir todos nuestros esfuerzos en cultivar nuestros activos, y nunca nuestros pasivos.

A lo largo de sus libros, Robert vuelve una y otra vez sobre este tema, con numerosos y razonados ejemplos. Uno de los más discutibles,  pero a la vez más didácticos, es la afirmación de que "tu vivienda no es un activo, sino un pasivo". Otro ejemplo muy didáctico es lo que él llama "la carrera de la rata". Robert da también un listado de lo que él considera activos, y hacia los que hay que dirigir todos los esfuerzos.
Pero la idea fundamental es que para convertirse en rico se tiene que poner al dinero a trabajar. El dinero tiene que trabajar para ti. Y no al revés.

Es decir, poniendo como ejemplo sencillo (espero): considerando los gastos mensuales de una persona con una nómina, y cómo llega esa persona hasta fin de mes, una persona rica actuaría de la siguiente manera: una vez que un Euro entra en su bolsillo (nómina) retrasaría lo máximo posible el momento en el que sale de su bolsillo (gasto, recibos, impuestos, etc). Mientras tanto, se centraría en desarrollar sus activos (siguiendo con el ejemplo, invertiría ese Euro en algo que le diera un beneficio, antes de soltarlo). Esto, que parece muy sencillo, en la práctica puede resultar muy difícil. Pero se trata de entender el concepto. Una persona que siguiera la manera de actuar de un rico, poco a poco podría ahorrar la cantidad de dinero suficiente para pensar en otro tipo de inversiones (buscar activos más interesantes).
Al contrario, una persona que siguiera la manera de actuar de un pobre, recibiría la nómina, y adelantaría todo lo posible el momento en el que sale de su bolsillo (gasto, pago de intereses de deuda, etc), sin considerar ni un momento en invertir ese dinero. Poco a poco tendría más dificultades para llegar a fin de mes, hasta que llegara un momento que tendría que pedir prestado algo dinero para conseguirlo. Estaría cultivando sus pasivos, y llegaría, poco a poco, pero inevitablemente, a pobre.

Así que sí, yo creo que este millonario sin escrúpulos les puede enseñar a nuestros hijos una lección importante, fundamental en sus vidas.  Una lección que, seamos realistas, no se la van a enseñar en la escuela, y que muchos de nosotros tampoco hemos tenido claro durante gran parte de nuestra vida. Una lección que merece la pena aprender, antes de que sea demasiado tarde.



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